Este
tópico literario proviene del latín que significa dichoso aquel.
Consiste en tener una vida sencilla en el campo, ajena de la ciudad y
las ambiciones del mundo. Es un
tópico muy frecuente en la literatura española del Renacimiento.
Ejemplos:
Dichoso
aquel que lejos de los negocios, como la
antigua
raza de los hombres, dedica su tiempo a
trabajar
los campos paternos con los bueyes, libre
de
toda deuda, y no se desierta como los solados
con
el toque de diana amenazador, ni tiene miedo a
los
ataques del mar, que evita el foro y los soberbios
palacios
de los ciudadanos poderosos.
“Feliz
aquel, que envuelto en un cedazo de
aterciopeladas
lisonjas,
jacintino por el oreo angélico, ansí irrumpido por las
alarmas
secretas del maná,
deja el yelmo y la capota debido al oreo
rosicler de la
zampoña,
y se encarama
de frente a lo señeros postillones de la
vida.
Feliz de aquel…
Feliz aquel, que hurgando en su herida
alcanza a la
áspid;
por que los ojos
de su amada abrillantarán el husmo circundante.
Feliz
aquel.
Feliz aquel,
que deja sus atavíos ajarse en las alcándaras; por
que
un advenedizo hortelano
le besará el corazón.(...)”